 
LA HISTORIADORA Elisabeth
kostova Umbriel Editores
Encuadernación: Rustica ISBN:
8495618877 704 pgs (15.0x23.0 cm) Precio: 19
EUR
La
Historiadora es una novela larga, con mucha
información, con un planteamiento cuando menos
interesante y una nefasta realización. Lo que
atrapa al comprador es sin duda el tema:
Drácula, ¿quién fue? y sobre
todo: ¿qué pasa ahora con él? Pero en la trampa
en la que se ve atrapado el lector (¿será ésta la
grandeza de Elisabeth
Kostova?) es: ¿Para qué me lo
despiertan al pobrecillo? Desde luego,
cuando uno ha acabado la novela se pregunta si acaso
hacía falta escribirla y, de ser uno el mismísimo
empalador, se sentiría profundamente avergonzado de
tantos siglos de terrorífico reinado, de tomarse el
trabajo de labrarse una leyenda y acabar así, como a la
señorita Kostova le viene en gana.
¿Acaso no sabe esta mujer que hay que estar a la altura
del "malo de la película"? Desde luego que no, pues de
saberlo no habría parido semejante bodrio. No sólo es
aburrida sino que es inconsistente, lenta y cansina.
Estamos de acuerdo en
que la vida académica es muy interesante,
intelectualmente excitante y místicamente sagrada
pero... para el académico. Al lector común, más allá de
cuatro tópicos, La Historiadora y todos
sus eruditos le cansan, le aburren y hasta le suscitan
cierta antipatía puesto que según la señorita Kostova
hay que entrevistarse tres veces con la misma persona
para lograr descubrir lo que el lector ya sabía en la
primera cita. Más que nada porque ésa es la regla de las
novelas de misterio y aventuras y por ello es del todo
innecesario que se juegue con el lector más allá de lo
establecido por las normas. En La
Historiadora más bien parece que es el
lector el que le lleva ventaja a la escritora y no
al revés.
Sería un trabajo
gratificante destrozar personaje por personaje toda la
novela pero supongo que lograría aburrir al que lea
estas líneas tanto como Kostova lo hace
con su libro; quizá sea eso lo que se puede aprender del
mismo: que menos es más (esto me suena de
algo...). La novela comienza con una niña y su
relación con su padre, con su nani, con los libros, con
los viajes, con los países que visita, con su regla
(totalmente innecesario) y hasta con la madre que la
parió. Hasta tiene un escarceo amoroso con un chaval
universitario siendo ella una niña que, aparte de no
tener interés alguno, debe ser resultado de la
típica formulación de best seller: hombre atractivo
listo, mujer atractiva menos lista pero muy,
muy sexy y escena torridita para atraer la atención del
público masculino despistado y del femenino ardoroso.
Pero esos no son los personajes y la escena no sólo
resulta absurda sino que además es forzada, casi tan
forzada como toda la novela.
Otro elemento a destacar
son los personajes, los trescientos mil personajes que
no sirven para nada, ¡oh, perdón! sirven
para ir dando pistas, pistillas y mini pistas a nuestra
medio intrépida medio traumatizada protagonista. Pero
nada más. Nada. La nada más absoluta. Una nada
probablemente a juego con las ciudades que se describen
en la novela. No es que se fuerce el misterio, ni que se
exagere con los paisajes, no, no, nada de eso, pero nada
de nada. Nada. Lo cual me lleva a comentar otro tema no
tan relevante pero curioso. He tenido el placer de
leerme la novela en inglés. Y digo placer porque
así puedo destrozarla a degüello; la autora no sólo se
descojona de los acentos que tienen varios personajes al
hablar inglés (todos, absolutamente todos hablan de la
misma manera, ¿aquí no fallarán también el editor y
corrector de estilo?) sino que da por sentado que ese
idioma debe ser hablado allá donde a ella le de la gana
que se hable. Tan sólo utiliza frases o palabras de
otros "pintorescos" idiomas para resaltar una y otra vez
lo mismo, que hay leyendas sobre vampiros. ¡Oh!, qué
sorpresa más grande. Kostova debe ser
la única que desconozca estas leyendas. Como
también debe desconocer la palabra respeto, el respeto
que le falta a la hora de tratar temas políticos aunque
en esto no voy a cargar las tintas porque en falta de
rigor político más bien se nos presenta como una novata
muy lejos de grandes maestros en la materia.
Valga admitir que hay un
par de momentos en que la autora logra atrapar la
atención del lector, una atención que se merece un
premio (y no la autora) puesto que en el segundo de
ellos, y créanme, los he contado, cuando el clímax debe
irremediablemente conducir a una resolución final, la
Kostova logra con ese estilo tan
particular que tiene soltar un informe largo, denso,
aburrido y perfectamente académico sobre algo que
prefiero no descubrir puesto que supongo que habrá
alguien al que le interese leerlo. En resumen, un
anticlímax en toda regla. Y luego, páginas
después, un precioso desenlace al estilo de
Matilde Asensi, sólo que ésta le da
cien mil vueltas a la Kostova.
Un favor nos ha hecho la
autora: nos ha hecho leer y eso siempre es agradecido.
Además, nos hace practicar la crítica. Gracias señorita
Kostova. Pero para este viaje no
hacían falta alforjas. Se presenta como el relevo
de Dan Brown pero éste hace novelas que
se pueden leer, que van a eso, a entretener un ratito se
diga lo que se diga de lo que ha escrito; y si pretende
más a mí se me ha pasado por alto, aunque no a muchos
editores que aún viven del tema, de eso soy consciente.
Pero la señorita Kostova no logra ni
eso: ni por exceso ni por defecto. Después de
Brown, por lo menos en este país, ha
habido otras grandes novelas, cítese a
Zafón y Cercas, que no
hacen más que hundir en la miseria esta fallida novela
de gran presentación y poca sustancia. Bram
Stoker debe estar retorciéndose en su tumba si
alguno de sus enemigos le ha hecho llegar una copia de
esta novela.
©
S. S. Farrerons, 2005
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